Entrevista sobre feminismo con María del Puy Alvarado

En la última edición de los Premios Goya, la categoría de mejor dirección de producción estuvo copada por cinco mujeres. Datos así podrían hacernos creer que la igualdad es un hecho en la industria cinematográfica, pero nada más lejos de la realidad. Y nadie mejor para contarlo que una de las directoras de producción más reconocidas del panorama nacional, María del Puy Alvarado.

Fundó su propia productora, Malvalanda, antes de cumplir los 30 años, y ha producido más de una veintena de cortometrajes con los que ha conseguido más de 300 premios. Sus dos últimos largometrajes estuvieron nominados a los Premios Goya, y sabe lo que es participar en las Oscar gracias a dos de sus trabajos: el corto Madre (2019) y El agente topo (2020). Coincidiendo con la celebración del Día Internacional de la Mujer el 8 de Marzo, hablamos con ella sobre la igualdad y el feminismo en la industria cinematográfica y sobre su experiencia como miembro de la Academia de Cine de Hollywood, de la que forma parte.

Montó su propia productora prácticamente al salir de la Universidad. ¿Fue duro emprender siendo tan joven y mujer?

Lo veo tan lejano como si fuera de otra vida. Cuando empecé con la productora no tenía la sensación de que fuera tan difícil, la ignorancia es atrevida, se dice. Había algo de ignorancia, de no saber todo lo que venía después… pero ese espíritu emprendedor de levantar proyectos y contar las historias que quería con los directores que quería era lo que me motivaba. Pero lo veo con perspectiva y me doy cuenta que no fue fácil. Hablo desde mi experiencia particular, pero no es fácil liderar una empresa siendo mujer con menos de 30 años, en el imaginario colectivo el dinero y el poder están asociados al hombre. En más de una ocasión me preguntaron ‘¿Dónde está tu jefe?’. Creo que las mujeres lo teníamos más difícil entonces y todavía a día de hoy no es fácil explicar que eres productora. Aún se sorprenden que yo sea la productora. También porque hay una carencia de referentes y por eso son tan importantes.

Desde que creó Malvalanda hace 17 años, ¿nota que han cambiado mucho las cosas para la mujer desde entonces?

Sí que han cambiado para bien y es algo que siempre hay que recordar, que estamos en una situación mejor que hace 17 años, pero todavía las cifras dejan claro de manera objetiva que no existe equilibrio y paridad en los cargos de responsabilidad. CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) publica un informe anual que estudia cuántas películas tienen mujeres en los cargos de responsabilidad y la diferencia aún es grande. En composición musical solo hay un 12% de mujeres y en dirección de fotografía, un 16%. En dirección, un 21%. Parece que hay más mujeres directoras pero solo ha aumentado un 2% en los últimos 6 años, aunque con Carla Simón y Pilar Palomero en los dos últimos años parece que haya más porque han brillado, pero la representación es pequeña. Y en producción, un 26%. Queda camino por recorrer.

Las historias de mujeres tienen un papel relevante en su productora, de Madre, uno de sus títulos más conocidos, a Luchadoras. Como mujer que ha conseguido hacerse un nombre dentro de la industria, ¿siente la responsabilidad de luchar por la igualdad, una especie de compromiso de género?

Yo estoy altamente comprometida con mi trabajo en primer lugar y con tratar de que exista una igualdad en todo en general, también en los equipos y las historias que cuento. Trato de ser consciente de ello, cuando hice Luchadoras hace mucho, en mis comienzos, todavía no se estaba hablando tanto de este tema, y no tenía la importancia actual. Pero era algo que estaba dentro de mí, dar visibilidad a las desigualdades para que se les pueda dar la vuelta y ser igualdades.

¿Se ha sentido discriminada dentro de la industria?

Discriminada como tal no, vivimos en un país en el que sobre el papel todos tenemos los mismos derechos. Pero sí que van sucediendo muchas cositas que en el momento no te das cuenta pero con perspectiva las aprecias. Vivimos en una sociedad machista todavía, las cosas están cambiando, las nuevas generaciones tienen un discurso integrado que yo no tenía. Hace 20 o 25 años no hablábamos de feminismo en la facultad, y ahora está integrado, eso es una gran noticia. Me siento afortunada porque he conseguido hacer los proyectos que quiero, los he peleado mucho… pero hay algo en el imaginario colectivo que no nos ayuda, que no se asocia el poder a nosotras, y la falta de referentes.

Hace 25 años no se hablaba de feminismo en la facultad, ahora tienen ese discurso integrado

¿La igualdad es uno de los retos pendientes que tiene la industria audiovisual en este momento?

Tenemos muchos retos. Hacia dónde vamos, que va a pasar con las salas de cine, yo creo que seguirán, y que hay un gran público que le gusta vivir esa experiencia, pero con la pandemia y otras maneras de consumir se ha agudizado la caída de público en las salas. La igualdad es otro temazo en la industria y en el resto de sectores, que logremos dar ese salto y ver mujeres en puestos de responsabilidad. Y sería bueno e interesante que hubiera una mujer presidenta del gobierno independientemente del color.

¿Cree que es importante que desde el gobierno y las instituciones públicas se impulse la igualdad de género dentro de la industria?

Es un tema que genera controversia y se pone en entredicho, pero creo que son necesarias. Está demostrado que es la manera en que las cosas mejoren. Si se ve el análisis anual de CIMA se aprecia como la presencia de mujeres en cargos de responsabilidad ha aumentado, hace dos años ganó una mujer la dirección de fotografía en los Goya por primera vez. Pero el éxito será cuando estas medidas tengan que dejar de existir, tienen que existir para dejar de existir. Y no se puede hacer a corto plazo, si sueltas de golpe, se cae de golpe. Se tienen que consolidar las generaciones de mujeres en puesto de responsabilidad y eso necesita tiempo. El éxito será que esas medidas desaparezcan porque se ha consolidado la igualdad.

Es docente en la Universidad Complutense y en el Instituto de Cine de Madrid, ¿serán ellos la generación que viva la igualdad real?

Me encantaría que la respuesta fuera sí, tienen más integrado el discurso, pero no va a suceder 100% porque entran en una estructura laboral y social en la que su discurso y su manera de ver el mundo todavía no es predominante. Es difícil, va a ser necesario que pase más de una generación.

Ha tenido la oportunidad de producir el último trabajo de Carlos Saura, ¿ha sido uno de los momentos más felices de su vida por todo lo que significa?

Trabajar con Carlos Saura y producir Las paredes hablan ha sido un regalo, poder conocerle de cerca, vivir con él dos años de rodaje y montaje… nos teníamos mucho cariño. Estar al lado del gran maestro del cine mundial ha sido increíble. Era un ser absolutamente brillante y generoso, muy amable, ha sido un viaje muy bonito que he disfrutado mucho. Esta película es un ejemplo del cambio al que vamos, la mayoría de las jefas de equipo eran mujeres, había montadora, directora de fotografía, sonidista… y eso lo hablamos como él, el gran cambio desde sus primeras películas. Y en Las paredes hablan, a sus 90 años, plantea un tema muy interesante que es quién pintaba las cuevas, si las mujeres o los hombres. Siempre hemos dado por sentado que eran ellos pero puede que no sea así. Hay una revisión de la Historia que hará que salgan nombres de mujeres importantes que aún no han podido ver la luz. Queda mucho trabajo de investigación desde las universidades.

En 2021 optó al Oscar por El agente topo. ¿Qué significó para usted?

Habíamos estado nominados con el corto de Madre en 2019 y yo había entrado en la Academia, pero esta vivencia fue muy emocionante porque nos pilló en plena pandemia, no pudimos ir a la gala, y las nominaciones a premios como los Oscar son importantes por el empuje que dan. Esta película es muy especial, la historia que cuenta y cómo la cuenta, soy muy fan del trabajo de Mayte Alberdi, que acaba de ganar Sundance. Es muy complicado conseguir una nominación al Oscar y que haya pasado dos veces en tan poco tiempo me cuesta hasta contarlo, está todo el cine mundial intentándolo.

Forma parte del exclusivo club de españoles que votan en los Óscar. ¿Cómo vive esa experiencia?

Es la sensación de que formas parte de algo y la Academia de Cine de EE. UU. se ha abierto mucho y es muy interesante, les preocupa que estén representados todos los colectivos y minorías. Han hecho un trabajo para que la academia sea plural.

¿En qué se diferencia el papel de la mujer en la industria estadounidense y en la española?

Cuando entré en la Academia de Cine de EE. UU. me incluyeron en el listado y la nota de prensa dentro de las minorías por ser mujer, y me sorprendió mucho. Somos menos, no sé las cifras, pero se van acercando a la igualdad por el gran esfuerzo que se está haciendo para ello. En Hollywood solo he participado en la película Money. Desde mi experiencia como nominada acudí a una comida de mujeres nominadas que organiza la academia una semana antes de los Oscar. Y en esa comida, que fue en la casa de Diane Von Furstenberg, nos dieron un micrófono para que habláramos de temas de igualdad y mujer, y al final la sensación es que estamos igual en todos los lugares del mundo. Los discursos eran muy parecidos y el sentir es que queda camino por recorrer.

¿Qué debería copiar la industria española de la americana?

Me cuesta contestar porque no he trabajado en Hollywood, no conozco de cerca el día a día, pero han tenido un #MeeToo que fue un golpe en la mesa y un dominó que recorrió todo el planeta. Desde entonces han cambiado muchas cosas, ese dominó cruzó el océano y llegó a Europa, andamos con más conciencia y más atentos a las cosas que puedan suceder alrededor y eso es importante. Lo que escuchó en las entrevistas a actrices norteamericanas muy implicadas es que todavía no existe la igualdad y que estamos todas nadando hacia el mismo lugar, aunque allí sea una industria con mucho más dinero. Tenemos que remar todas y todos, si no no vamos a llegar a ningún lugar, nos lo tenemos que tomar en serio.

Desde el #MeToo hay más conciencia, estamos más atentos a las cosas

La producción es una de esas áreas menos visibles para el público pero de gran importancia. ¿Qué es lo que más disfruta de su labor?

Mi trabajo me encanta, la única manera de mantenerte firme en el cine independiente y en un trabajo complejo como es una productora pequeña es haciendo algo que te guste de verdad. Me encanta construir proyectos, decidir qué hacer y qué contar y acompañar la película desde el minuto cero a la promoción, es muy bonito formar parte de toda la parte creativa. Se tiene la imagen del productor que lo que hace es poner el dinero pero hacemos muchísimas más cosas. La parte más importante es encontrar el proyecto que quieres hacer y tiene un lugar en el mercado. Y en el caso del documental es aún más complicado de levantar.

¿Es un área que se ha transformado especialmente desde el punto de vista de la igualdad? En los Goya de esta edición fue noticia que, por primera vez, la categoría estaba copada por cinco mujeres…

No se ha transformado radicalmente, en el último informe CIMA dice que somos el 26%, queda camino por recorrer, pero hay otras generaciones en las que empieza a haber muchas mujeres productoras y se está notando en las historias que se cuentan y en cómo se forman los equipos.

¿En qué se nota la visión de una mujer, qué sensibilidad percibe al trabajar con otras mujeres?

Vengo de una película que me he encontrado con un hombre que era un grandísimo escuchador y una persona conciliadora, pero sí creo que hay algo en la manera de comunicarnos entre nosotras, de escuchar y de hallar los puntos de encuentro, que suele darse más en el ámbito femenino, y no quiere decir que siempre sea así ni que no haya hombre con esas cualidades. Cuando nos encontramos jefas de equipo de mi generación que hemos hecho mucho pico pala hay algo real de que nos entendemos sin verbalizar muchas cosas, sabemos que hemos tenido que picar mucha piedra. Y hay una complicidad entre todas.




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