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Delfina decidió organizar una misa en memoria de su hija, a la que todos daban por muerta en La tempestad. Al salir de la Iglesia, Mayuya, la mejor amiga de Esthercita y amante de Fulgencio, le reprochó a Marina que hubiera retomado su relación con Damián a solo unos días de este quedarse viudo.
Mientras tanto, Hernán decidió buscar el cuerpo de Esthercita y se topó con la sorpresa de que la joven estaba viva. De momento, ocultó esta información a la familia de la muchacha, para usarla en su beneficio, en el instante justo, para separar, de forma definitiva a su amada de su gran rival, Damián.
Ajenos a la nueva desgracia que se cernía sobre ellos, Marina y su amado disfrutaron de una romántica velada en la que a través de besos y bonitas palabras, se demostraron cuanto se aman. Ambos tenían fe ciega en que ahora nadie podría evitar que vivieran su relación de forma libre.
Mercedes logró dar con el paradero de su hija Magdalena
Por otro lado, Mercedes contactó con una mujer apodada La Muñeca, quien podía llevarla hasta el lugar donde se encontraba su hija Magdalena. La señora halló a la muchacha en plena calle, cerca de un peligroso barrio y ardiendo en fiebre. Asustada, dio aviso a Mercedes, quien tuvo la intención de ir a buscar a su hija. Finalmente, dio con ella y le confesó a la joven que ella era su verdadera madre.
De nuevo en el pueblo, Fulgencio lo preparó todo para que un hombre testificase en contra de Damián y asegurase que este planeó la muerte de Esthercita y después fingió haber sido víctima de un naufragio. El marinero se enfrentó a golpes con el alcalde, quien logró convencer a la policía para que le detuviesen. Otra vez, Damián se veía entre rejas y sin Marina.
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