Parece evidente que la última misión encomendada a cualquier director creativo de cualquier firma de lujo es acercar marcas centenarias a la generación Z y millennial. Ha pasado con Virgil Abloh en Louis Vuitton, con Hedi Slimane en Celine y con Riccardo Tisci en Burberry. ¿Y cuál puede ser la mejor manera de ganarse al público joven? Aliarse con sus ídolos, con sus estrellas favoritas y, claro está, dirigir sus colecciones hacia corrientes más urbanas y llenarlas de accesorios irresistibles. Todos estos requisitos se cumplieron anoche en el desfile para la próxima primavera de Burberry y por eso la invitada estrella no pudo ser otra que Rosalía. La joven catalana, ganadora de dos premios Grammy, está arrasando en el mundo entero y sus colaboraciones con artistas internacionales como J Balvin o Travis Scott corroboran que todos la quieren. Su estilo propio también ha llamado la atención de otra industria, la de la moda. Por eso ayer, la autora de ‘Malamente’ se situó por delante de otra gran artista y socialite, Carla Bruni, y junto a otros jóvenes que están acaparando todos los flashes, como Dua Lipa o FKA Twigs.
Rosalía se sentó en primerísima fila con un conjunto ‘Made in Burberry’ de los pies a la cabeza. Un vestido lencero negro sobre una camiseta de algodón blanco y con una gabardina negra que le caía por los brazos. Remató el look con unas botas altas, por encima de la rodilla, de punta y cuero negro.
No pudo faltar su sello personal: varios anillos gruesos de oro y su manicura radical que ya forma parte de su original estilo.El pelo suelto y un maquillaje natural completaron un look propio de invitada de lujo a una primera fila.
Rosalía y el resto de invitados fueron testigos de la presentación en sociedad de la nueva colección de Burberry, en la que las prendas de marcado corte urbano se alternaban con otras de referencia victoriana. Cuellos de encaje y vestidos de cuajados de pedrería o plumas para la noche y trajes sastre con flecos en la manga, de un corte impecable en gris, para el día. Entre medias, un sinfín de prendas que experimentaban con nuevos cortes, con superposiciones y con deconstrucciones que llevaban el legado centenario de la casa británica a otro nivel. Otro mucho más vanguardista y acorde con los gustos de las nuevas generaciones.
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