Comprar cualquier cosa, por impulso, no siempre garantiza tener buenas sensaciones después. De hecho todo lo contrario. Uno llega a casa, abre la bolsa, se prueba lo que ha adquirido y se da cuenta de que ni lo necesita ni le queda bien. Comprar con cabeza, las ideas claras y la cartera más llena que vacía es como ver una vez más tu película favorita: no hay sorpresas, pero sabes que al final tendrás una agradable sensación familiar.
Así pues, entrar en Zara sin rumbo, solo a mirar o a dar una vuelta puede ser tan peligroso como placentero. Puede llevarte a salir de la tienda sin nada, tal y como entraste, o con un abrigo de más de 100€ que no sabías que necesitabas y sobre el que ni siquiera estás especialmente segura. Tú decides qué compradora quieres ser: la impulsiva o la racional.
Sylvia y Julia Haghjoo.© GettyImages.
Los balloon, los petit slouchy, los corsy; el vestido híbrido; las botas, botines y zapatos que puedes llevar en colores diferentes; los conjuntos de jersey y pantalón o falda de punto; las sandalias doradas que este año se llevan con medias o incluso calcetines… Nadar en semejante océano de tendencias es complicado, por no decir imposible, y puede llevarte a comprar sin saber lo que estás comprando. Los ciudadanos de Tokio lo llaman "sobreestimulación" y los fanáticos de Zara "desear llevártelo todo a casa".
Si hay que elegir, preferimos ser Liam Gallagher, quien decía sentirse en calma total en los conciertos más caóticos de la banda Oasis; y entrar en Zara con la lección aprendida y las diez tendencias clave del invierno 2020 en mente.
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