Por qué Alberto Garzón ahora sí le jura lealtad al rey

La toma de posesión del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez ha dejado pocas sorpresas durante el ritual. Quizás la más llamativa fuera ver a Pablo Iglesias con traje –aunque sin corbata y con camisa rosa palo– y con la americana abotonada al máximo. Pero el morbo estuvo en el juramento de Alberto Garzón, también con traje y sin corbata, el más republicano y vocal de los nuevos "ministros y ministras", como juró Iglesias. En febrero de 2018, Garzón levantó ampollas al referirse al rey Felipe VI como "el ciudadano Felipe de Borbón". Y hoy, sin embargo, ha jurado su lealtad al rey.

En realidad, Garzón no tenía otro remedio. La joven democracia nacida de la Transición reguló casi todas sus formas nada más nacer, y el 5 de abril de 1979, el rey Juan Carlos firmaba un Real Decreto Ley salido del Ministerio de la Presidencia de José Manuel Otero Novas. Se trataba de un brevísimo decreto en el que se establecían "la fórmula de juramento en cargos y funciones públicas". Y, al contrario que los diputados, que tienen ciertas fórmulas para añadir o esquivar aquello que les incomode, los ministros no pueden eludir el juramento establecido.

El juramento tiene que contestar afirmativamente a todos los apartados de la siguiente pregunta, como todos los cargos públicos : "¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente las obligaciones del cargo con lealtad al rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado?". La fórmula, en el caso de los ministros, añade además la promesa de guardar el secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros.

Lo único que ha cambiado en el acto desde que Felipe es rey es el cambio de la simbología, que el real decreto no establecía. Felipe se tomó más en serio que su padre uno de los principios consitucionales de España, la aconfesionalidad del Estado y, pese a ser católico, renunció tanto a la misa posterior a la proclamación, como a la presencia recurrente de crucifijos y biblias a la hora de prestar juramento. En el reinado de Felipe VI, cada cuál elige los símbolos con los que quiere jurar.

El único resquicio que se han permitido tanto Iglesias como Garzón, que llevaban ambos en sus solapas sendas insignias con un triángulo rojo, un símbolo de resistencia antifascista. Reapropiado desde el que utilizaban los nazis para marcar a los prisioneros políticos, no solo comunistas, sino socialdemócratas o socialistas. Curiosamente, entre aquellos que lo llevaron se contaba un histórico del PSOE: Largo Caballero.

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