Penélope Cruz se ha convertido este viernes en la actriz más joven en recibir el premio Donostia en la la 67º edición del Festival de Cine de San Sebastián. El público congregado en el Kursal para acompañar a la intérprete en un momento tan relevante en su carrera, un premio a su trayectoria cuando solo tiene 45 años, la ha recibido con una ovación de varios minutos. Ella no ha podido evitar la emoción. Ha estado al borde de las lágrimas antes de que, en realidad, todo empezara.
Ha deslumbrado con un increíble vestido blanco de Chanel, un diseño de la colección Fall-Winter 2019/20 de Virginie Viard con escote asimétrico y falda de tulipán con botones joya y plumas rosas en un lateral y el bajo, adornado con un fino cinturón negro a tono con sus sandalias de tacón. Ha recogido su melena en un elaborado moño de bailarina y arriesgado en un maquillaje con tonos rosados, conjuntado con unos impresionantes pendientes largos.
Y ha llegado la gran sorpresa de la velada: Bono, el líder de U2, ha viajado a San Sebastián expresamente para entregar el premio Donostia a su buena amiga Penélope. Ella no podía creerlo después de días intentando sonsacarle a su marido, Javier Bardem, el nombre de la persona que le entregaría el galardón. Se ha arrodillado ante él -el ha hecho lo mismo-, le ha abrazado, y besado. "Significa tanto para mí que estés aquí…", le ha agradecido.
Bardem, entre el público sentado junto a Fernando Trueba, ha aplaudido entusiasmado el gran momento. A él y a sus dos “preciosos” hijos ha dedicado la actriz el premio. “Al compañero de viaje más maravilloso que se puede tener. Él también estaba en mis sueños y está aquí conmigo”, le ha dicho en un breve discurso en el que ha hablado de sueños infantiles cumplidos. Ser madre y dedicarse a su pasión “desde que era una niña: interpretar”, toda una “necesidad” para la madrileña ganadora de un Oscar, galardonada con el César de Honor, tres goyas, un Bafta y el premio a mejor interpretación femenina de Cannes.
Ha recordado a sus padres por darle “una libertad que ahora sé que no debió ser fácil”; a los primeros directores que confiaron en ella, Pedro Almodóvar, Bigas Luna y Fernando Trueba; a sus maestros, Juan Carlos Coraza y Cristina Rota; a su representante Katrina Bayonas.
Ha dejado de lado su trayectoria, los agradecimientos, el glamour y el cine para dejar claro que su “principal sueño hoy, cuando se ha celebrado la Huelga Mundial del Clima, es proteger y cuidar este lugar común que es el mundo y demos a los niños razones para seguir soñando”. Y su gran preocupación, el lastre de la violencia machista. En lo que va de año “han sido asesinadas por violencia 44 mujeres. Más de mil desde 2003 solo en nuestro país. Cuántas serán en el mundo”, se ha preguntado, y ha clamado que “cuando una mujer encuentre la fuerza necesaria para contarlo, la escuchen pero que no lo hagan cuando ya sea demasiado tarde” como ha ocurrido este mismo mes en Navalcarnero. Aunque insista en que recibir un premio sirve para recordar y agradecer a los que siempre han estado ahí, es consciente de que es un gran altavoz y quién sabe si a ella, nuestra actriz más internacional, sí se la escuche.
Penélope Cruz es la segunda española con el premio Donostia, Carmen Maura fue la primera y lo recogió en en 2013. Fernando Fernán Gómez, Paco Rabal a título póstumo y Antonio Banderas, han sido los otros actores de nuestro país en recibirlo. A Banderas se lo entregó Almodóvar en 2008 y Penélope pensó que esta noche su adorado director machego regresaría a San Sebastián para hacer lo mismo con ella. No tenía ni idea de lo que le esperaba.
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