La suya fue la primera boda de la que se vendió una exclusiva en España: María del Mar Martínez-Bordiú, Merry, nieta de Francisco Franco e hija de Carmen Franco y Cristobal Martínez-Bordiú, se casaba en Meirás con el periodista Jimmy Giménez-Arnau. España, en plena Transición, asistía atónita a una boda entre un periodista treintañero acostumbrado a ver el mundo más allá de las fronteras franquistas y una joven 12 años menor, restauradora de muebles. Era el 3 de agosto de 1977, y los Franco intentaban todavía mantener las apariencias del nacionalcatolicismo.
La historia la contó en esta misma web Raquel Piñeiro: lo suyo era amor pasional, ajenos a las convenciones, y el matrimonio una forma de aplacar a la familia de ella, en años en los que ni siquiera se contemplaba el divorcio civil. Merry vivía a pesar de su familia, y en aquella boda se dibujó el nuevo mapa de España: el retroceso en influencia de la famlia del dictador muerto, los nuevos tiempos y… Las exclusivas. De aquella boda siempre quedará un hito periodístico: el millón de pesetas que pagó Hola por la exclusiva del enlace.
Tras dos años de matrimonio, deriva económica, deambular por España y el nacimiento de la primera bisnieta de Carmen Polo, Leticia, el amor se apaga. Ella se refugia en la prensa del corazón primero, y en Canarias después, donde se dedica a dar clases de inglés y él cuenta todo lo contable sobre su ex y su familia. Tras años de devaneos, titulares rosa y demandas, Merry da un portazo y abandona España definitivamente. Las gotas que rebosan el vaso las vierte la pelea -pública- por la custodia de su hija: Jiménez-Arnau publica unas declaraciones en La Revista, de Jaime Peñafiel y Antonio Asensio acusándola de haber faltado al régimen de visitas. La revista también habla de su precaria situación económica. Merry, harta, demanda a Peñafiel por 50 millones de pesetas de las de entonces, pero sigue confesándose en portada del Hola, acusando a Jiménez-Arnau de no pagar la pensión alimenticia. La guerra de los apellidos compuestos, los rumores que la relacionan con Felipe González, y el constante ir y venir ante la opinión pública terminan pasando factura en la restauradora-profesora.
Finalmente, desaparece. Primero en Nueva York, en 1986, donde se casará con su novio Gregor Tamler, empresario y profesor del fitness, rama artes marciales, con el que luego se trasladará a las Islas Vírgenes. El matrimonio tampoco dura mucho: en 1991 se produce el segundo divorcio. Desde entonces, Merry empieza a vivir de forma anónima entre España, en el viejo domicilio de su madre en Hermanos Bécquer, en Madrid, el refugio familiar que heredó en Granada y en Miami. Precisamente en la ciudad estadounidense donde también reside buena parte del año su hija Leticia, casada con un empresario salvadoreño en 2008, en el mismo escenario de aquella boda inicial y de tantos vacaciones de infancia de la antaño nieta díscola: el Pazo de Meirás.
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