Hace 25 años Penélope Cruz viajó a San Sebastián en coche (y Quentin Tarantino la estaba esperando)

Penélope Cruz recibe hoy el premio Donostia, máximo honor con el que el Festival de San Sebastián lleva desde 1986 distinguiendo a los más grandes hombres y mujeres del cine. Bette Davis, Meryl Streep, Woody Allen, Al Pacino, Francisco Rabal o Carmen Maura son sólo algunos de los que han conseguido este reconocimiento a toda una carrera. Todos ellos contaban unos cuantos años más de los 45 que tiene la actriz madrileña, pero hace tiempo que el festival quiso dejar su leyenda negra atrás; a quien se lo otorgaban moría poco después. Durante la gala que tiene lugar esta noche en el Kursaal Antonio Banderas, que ya lo obtuvo en 2008, será el encargado de entregárselo.

Sin duda, esta ceremonia contrasta con la primera vez que Penélope Cruz pasó por el festival donostiarra. Sucedió hace 25 años, el 16 de septiembre de 1994, cuando la actriz viajó alrededor de 400 kilómetros en coche para llegar a la proyección de la película que protagonizaba, Todo es mentira. La comedia del director debutante Álvaro Fernández Armero inauguraba la Sección Oficial. Penélope ya había intervenido en Jamón, jamón, incluso sabía lo que era ganar un Oscar con Belle epoque, y era el principal reclamo de una comedia generacional en la que compartía cartel con Coque Malla.

Como recuerda Fernández Armero en conversación con Vanity Fair, "Penélope llegó con el tiempo justo, creo recordar que apenas 10 minutos antes de la proyección". La actriz venía directa del rodaje de Pasiones rotas, una coproducción internacional de época en la que estaba trabajando en Asturias. En aquel reparto tan variopinto estaban Vincent Perez, Frances McDormand, José Sacristán o Marisa Paredes, que interpretaba a la madre de Penélope en un drama histórico y romántico que ha pasado al olvido.

"No me acuerdo de si era un taxi o un coche de producción de la película, pero sé que la trajo un chófer", continúa Fernández Armero. "La metieron en un coche, llegó a San Sebastián, se pegó una ducha, vino conmigo y el resto de actores al pase en el Teatro Victoria Eugenia, posamos juntos para los fotógrafos y se marchó corriendo. Juraría que esa noche la pobre tuvo que dormir en aquel coche de vuelta a Asturias para llegar al día siguiente al rodaje".

Ese paso fugaz por el Festival de San Sebastián de Penélope Cruz tuvo su parte positiva. Por su temática, sentido del humor y sobre todo juventud de los implicados, en 1994 Todo es mentira supuso una ruptura con el cine que se venía haciendo en España por aquella época. La crítica fue feroz con la película y un comentario inocente de Fernández-Armero –"escribí el guión en tres días"– hizo que muchos periodistas le tomaran menos en serio.

"Penélope no estuvo en aquella rueda de prensa, porque se celebró aquella mañana. Yo había ido un día antes con Coque [Malla] y Christina [Rosenvinge, actriz en Todo es mentira] y nos invitaron a la inauguración. Hubo un momento que nos salimos de la sala y nos colamos en una habitación que estaba llena de comida y bebida, así que para allá que nos fuimos. Cuando estábamos tomando algo apareció de repente Quentin Tarantino, que también se estaba colando. Ya había presentado Pulp Fiction en el Festival de Cannes y comenzaba a ser muy popular. Nosotros éramos súper fans de él y enseguida le reconocimos. Estuvimos hablando un rato y nos preguntó qué película habíamos traído a San Sebastián. Cuando se lo dijimos nos dijo que se había fijado en el cartel. ‘Es la que sale una chica bailando, ¿no?". La chica, por supuesto, era Penélope Cruz. "Nos dijo que la tenía apuntada para ir a verla –cuenta Fernández Armero–, pero supimos que finalmente no lo hizo, que le coincidió con otra cosa".

Álvaro, que estrena el próximo noviembre nueva comedia, Si yo fuera rico, cuenta que cuando Penélope se marchó a Los Ángeles perdieron contacto, pero que conservan los recuerdos y el cariño. "He escrito a su representante para invitarle al pase de la película, me encantaría que viniera". Los que unieron sus destinos en 1994 eran otros tiempos, con menos glamour pero más sencillos e inocentes. Lo ilustra la foto que tomaron a Penélope y Álvaro con los otros actores de la película, Coque Malla, Irene Bau y Gustavo Salmerón. Salvo la llamativa chaqueta del entonces líder de Los Ronaldos, todos iban vestidos como podrían haberlo hecho los personajes de Todo es mentira. "A mí me dejaron la ropa en un showroom, creo recordar", explica el director. "Unas botas y una chupa de cuero, una camisa… Lo tuve que devolver luego".

Álvaro y sus amigos se quedaron unos días más en San Sebastián. Tuvieron ocasión de cruzarse en el vestíbulo del María Cristina de nuevo con Quentin Tarantino. Incluso también con algunos buenos amigos como Javier Bardem. El actor hacía doblete con dos películas, Días contados y El detective y la muerte. El jurado del festival, presidido por el director Robert Wise, le concedió en aquella edición la Concha de Plata a la mejor interpretación masculina por aquellos trabajos. Al recoger el premio Bardem no pudo contener las lágrimas. Probablemente hoy, cuando vea a Penélope Cruz, su compañera y madre de sus hijos, recoger de manos de Banderas el premio Donostia vuelva a sentir algo parecido.

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