Una de las cualidades que ha propiciado que Tamara Falcó triunfe en las redes sociales, es su capacidad para integrar las tendencias del momento en su estilo personal y crear un equilibrio con sentido. Tamara escoge aquellas tenencias que pueden encajar en su forma de vestir y en su estilo de maquillaje y las adapta. Así, la marquesa crea propuestas con una base de estilo clásico, -la cual predomina en sus estilismos y beauty looks-, pero que dejan muy claro que a Tamara le gusta estar pendiente de lo que se lleva e incorporarlo en sus outfits.
El cambio de su media melena a un corte bob, marcó un antes y un después en su estilo y, además, coincidió con el momento en que su fama comenzó a crecer exponencialmente. Desde entonces, cada gesto de belleza -no nos perdemos sus manicuras- y cada uno de sus looks, originan cientos de artículos en los medios de comunicación y revolucionan a sus seguidores.
La última tendencia a la que Tamara le ha dado el sí ha sido descubierta por su novio, el diseñador de coches Íñigo Onieva. La pasada noche del 16 de enero, la marquesa e Íñigo compartieron cena con algunos amigos y el novio de esta nos permitió ver algún detalle del look que escogió Tamara para esta especial ocasión. Como un novio enamorado, Íñigo le hizo una foto a su chica, la cual compartió en sus stories de Instagram y tituló Beauty. Gracias a esta instantánea pudimos ser testigos de que Tamara Falcó se ha sumado a una tendencia de belleza cuyo origen está en los años 2000 y se añade al gran resurgimiento que la estética de esta época está experimentando.
Para esta cena, Tamara apostó por un look sobrio compuesto por un top negro y acompañado por una americana en el mismo tono, sobre estas prendas destacaba un gran medallón, que podría ser el que ella misma diseñó para la firma Tous. Con una elección tan minimalista en cuanto a prendas, el foco del look se encontraba en los detalles de belleza. La hija de Isabel Preysler se decantó por un peinado con el que deslizó todo su cabello hacia atrás, dejando despejado sus rostro y dando un lugar protagonista al detalle más llamativo: unos ojos enmarcados por un grueso eyeliner negro tanto en el párpado superior, como en el inferior. Este maquillaje, tan propio de los primeros años dosmil, da lugar a una mirada intensa, misteriosa y sexy que contrasta con la sobriedad del resto de piezas del estilismo.
No es casualidad que Tamara haya apostado por este maquillaje, pues el rescate de esta tendencia viene avalado por una de las grandes precursoras de tendencias, la firma Chanel. La maison francesa en su colección crucero 2021-2022 presentó a sus modelos con una característica beauty en común y esta fue un intenso delineado negro alrededor de todo el ojo. Esta fue la pista definitiva para añadir esta tendencia surgida en los años 2000 a la cantidad de gestos beauty de esta época que se están recuperando, como la raya del pelo en ‘zig-zag’, o las sombras de ojos en tono pastel.
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