De las escandinavas nos encantan muchas cosas: su ropa minimal pero con mucho rollo; su pelo lacio y de un rubio precioso; su amor por los interiores idílicos que invitan a no salir de casa –lo que ellos llaman hygge–; los muebles de Alvar Aalto, Jacobsen, Borge Mogensen, Eero Saarinen (y las inspiraciones de Ikea que todos nos podemos permitir); Alexander Skarsgård… Y ahora también amamos su dieta.
Rubio nórdico© Carola de Armas
Para que te hagas una idea, esta dieta se basa en comerse la flora y fauna locales. Por eso es tan sana y sostenible, y en eso se parece a la dieta mediterránea, en que es de temporada y conecta con el entorno. Incluye muchos vegetales, como bayas, hortalizas, patatas, algas, hongos y frutos del bosque. También granos integrales, frutos secos y legumbres. Y proteínas de pescado azul, mariscos, aves, cerdo y caza. Mucho salmón, arenques, sardinas, caballa…
La proporción de los alimentos se mide en puñados. “Cada menú debe incluir un puñado de carbohidratos, uno de proteínas, dos de verdura y una cucharita de grasa saludable”, dicen en el restaurante Los Montes de Galicia.
"El aceite más común en escandinavia es el de colza, que como el de oliva protege la salud del corazón y aumenta el colesterol bueno”. Otros alimentos con grasas saludables son los frutos secos, el aguacate, las semillas y las legumbres. La dieta escandinava está muy recomendada para los deportistas, porque es baja en grasas y rica en proteínas e hidratos de carbono.
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