La ventaja inesperada de que la escolta de Kate Middleton sea una mujer

El 5 de julio de 2018, el príncipe Guillermo, Kate Middleton y el pequeño George acudieron a la iglesia de Santa María Magdalena en Sandringham para celebrar el bautizo de la princesa Charlotte, quien entonces contaba con apenas unos meses de edad. Los acompañó el núcleo más cercano de la familia real, entre ellos la reina Isabel, el duque de Edimburgo, Camilla de Cornualles y el príncipe Carlos, además de la niñera de los príncipes, la palentina Maria Teresa Turrión Borrallo, con su inconfundible uniforme. En las imágenes de su llegada a la iglesia, sin embargo, se puede apreciar a otra persona: una mujer de semblante serio con vestido azul marino, americana gris y tocado a juego, caminando unos pasos por detrás de los duques de Cambridge. Pocos pudieron sospechar que llevaba una pistola automática de 9 milímetros.

Aquella mujer era Emma Probert, agente oficial de Scotland Yard, y desde 2010, escolta personal de Kate Middleton. De pelo castaño, rostro alargado y mirada amenazadora –aunque a veces se le escapa alguna sonrisa–, Probert es la sombra de la duquesa de Cambridge, uno de los miembros más populares de la corona británica. Con una agenda repleta de eventos oficiales y obligada a atender a las multitudes, el equipo de seguridad de la esposa del príncipe Guillermo requiere a los mejores agentes.

Probert, tras casi una década trabajando para Kate Middleton, también se ha convertido en una de sus amigas más cercanas. Es habitual verlas charlando en el parque cuando la duquesa realiza uno de sus frecuentes paseos con sus hijos o practica deporte. En esto, precisamente, es donde el hecho de que su escolta sea una mujer supone una ventaja.

"Las mujeres son muy buenas a la hora de camuflarse. Desde fuera pueden parecer la niñera, así que les da el elemento de sorpresa si hay un ataque", cuenta Jacquie Davis, la primera mujer en ejercer como guardaespaldas en Reino Unido. Davis. Antigua escolta de JK Rowling, Benazir Bhutto –ex primera ministra de Pakistán–, y agente en operaciones de rescate en Oriente Medio, Davis inspiró la película Close de Netflix, estrenada el año pasado. Las claves de un buen escolta, explica a Vanity Fair, son tres: "Diplomacia, capacidad de mantenerse calmado, y ser capaz de manejar mucho conocimiento".

Otra fuente del sector de la seguridad británica añade: "Las fuerzas de la corona son entrenadas por la policía al más alto nivel. La diferencia con otros países es que los escoltas de la realeza británica tienen que pasar desapercibidos y ser muy poco intrusivos, porque a la familia real le gusta estar cerca de la gente y resultar accesible. Parece que solo tienen un par de guardaespaldas, pero en realidad el dispositivo es mucho mayor. Es distinto por ejemplo del presidente de Estados Unidos, que puede ir rodeado de unos veinte guardaespaldas". También incide en el tema de la apariencia física. "Los escoltas tienen que ir vestidos según la ocasión. Si están de vacaciones en un sitio de playa, deben llevar ropa para el calor, no un uniforme".

Meghan Markle también tiene a una escolta mujer, aunque su nombre no ha trascendido. En octubre del año pasado, la esposa del príncipe Harry, afectada por un golpe de calor en los primeros meses de su embarazo, tuvo que ser evacuada de un mercado en su viaje oficial a Fiji y la escolta de gesto amenazador que apartó a la muchedumbre acabó en las portadas. Cada vez es más habitual ver a mujeres en equipos de seguridad de élite. La reina Letizia cuenta con una antigua guardia civil con experiencia en la policía judicial entre el grupo de escoltas oficiales que operan en la Casa Real, dependientes del Ministerio del Interior.

La cercanía entre los miembros del palacio ha propiciado incluso historias de amor. Emma Probert, que perdió a su marido en un trágico accidente de esquí, mantiene ahora una relación con un escolta de Isabel II, el inspector Colin Childs. Y la antigua niñera de las princesas Eugenia y Beatriz de York, Alison Wardley, se casó con un guardaespaldas de la familia real, Ben Dady, en 1993.


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