Bajo una estructura de hierro y cristal, antiguo invernadero situado en el patio central de un edificio señorial tan característico de la estampa madrileña, nos encontramos con una paisana de la capital, Elsa Pataky (Madrid, 1976). La actriz española se encuentra en la ciudad que la vio nacer y dar su salto a la actuación (y al estrellato), para presentar la nueva colección SS23 de Gioseppo Woman, firma de la que Elsa es embajadora desde hace años. Un viaje exprés repleto de compromisos, entrevistas, y presentaciones, que la actriz aborda con esea simpatía natural y profesionalidad innatas en ella. Una carrera contra reloj que, sin embrago, no entorpece el disfrute de su afición favorita: catar la mejor gastronomía. «Lo que más me gusta es disfrutar de la comida en Madrid, y cada vez (que vengo) mis amigas me llevan a restaurantes diferentes para poder disfrutar de comida española típica», confiesa Elsa.
Resulta impresionante observar la endereza y cordialidad con las que Elsa encara su entrevista para con Harper’s Bazar, y otros medios, en una agenda repleta de citas —«desde las ocho de la mañana», como confiesa entre bambalinas— donde derrocha energía a la par que impresiona con una imagen fresca, elegante, y siempre en sintonía con las tendencias. Vestida con un elegante traje de tres piezas, en un acertado negro, Elsa completa el look con un peinado de ondas desenfadas y un maquillaje sencillo. Una muestra significativa en la evolución y cambio de prioridades que la actriz ha llevado a cabo en su vida, e indudablemente, se proyectan en su estilo personal. «Con los años vas madurando, ves todo de otra manera, te relajas mucho más, y racionalizas más las cosas. Entonces, creo que la madurez en una mujer es maravillosa, y ojalá tuvieses esa madurez cuando eres joven para evitarte todo el estrés y la ansiedad», señala.
Declaraciones que confirma para Harper’s Bazaar la buena situación de la que goza, en un momento de equilibro entre la familia y la actuación: «A las mujeres, cuando eres madre, le cuesta mucho encontrar el equilibrio, pero sí que quiero mantener los dos», confiesa.
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