El éxito académico de un alumno se mide en primer término por el de sus compañeros de clase, pero además es inevitable compararlo con el de su familia. De esta manera, se espera que el paso de la princesa Leonor y la infanta Sofía por el colegio de Los Rosales, donde hoy comienzan sus clases de tercero y primero de ESO, no sea tan accidentado como el de su primo mayor, Froilán de Marichalar, y supere, o al menos iguale, al de su padre, al que no por nada algunos ya han apodado “El Preparado”: en 1993, Felipe VI se graduó con notable en la carrera de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, una formación que después completaría con un master en Relaciones Internacionales en Georgetown y que en 2014 le convirtieron en el primer rey de España con estudios universitarios.
Sobre las niñas pesa también la carga de igualar las buenas notas de su madre, doña Letizia, a la que, un día antes de la visita de los entonces príncipes de Asturias el colegio de Oviedo en el que se educó de niña doña Letizia, el director de La Gesta recordaba en 2008 “por su inteligencia y por ser una niña muy madura para su edad que siempre mostró una gran predisposición a la lectura y a la escritura. […] Letizia Ortiz era una alumna brillante, que sacaba muy buenas notas […] A los siete años ya hacía gala de una inusitada madurez para su edad, y a todos los profesores nos encantaba oír como se explicaba y pronunciaba perfectamente. Era una niña que tenía una gran capacidad para razonar, y siempre trataba de buscar una explicación a las cosas”, añadía.
De momento, sus hijas no le van a la zaga: mientras que de la infanta Sofía ha trascendido que saca muy buenas notas y es de las mejores de su clase, de la princesa Leonor, fuentes de su entorno han contado que es una alumna muy aplicada que jamás va a clase sin los deberes hechos y saca dieces.
En caso contrario, podrían consolarse de todos modos sabiendo que el brillante curriculum en el que hace pensar el sobrenombre de "El Preparado" también tuvo sus altibajos, tal y como tal vez recuerden los profesores más veteranos del colegio Los Rosales, del que Felipe VI fue alumno al igual que sus hijas. No tanto por la falta de inteligencia del actual rey como por un exceso de pereza que le llevaba a faltar a clase y fallar en sus estudios.
“Estaba pasando una mala racha, un mal momento, quizá como consecuencia de su crecimiento, de su pubertad, lo que provocaba cierta vagancia, somnolencia y falta de interés en general. Se quedaba dormido hasta de pie”, contó el que cuando tenía 16 años se convirtió en su tutor, José Antonio Alcina, en las memorias Así se formó el príncipe Felipe. "Sobre las siete y media de la mañana, la primera labor era despertarle de su habitualmente pesado sueño con toda clase de artimañas”. En clase le invadía el sueño, por lo que Alcina se las impartía de pie. Los problemas continuaron durante sus años como internado del colegio canadiense Lakefield: "Aunque Chris, su compañero de habitación, hacía las veces de despertador, no conseguía despertarle y se desesperaba por el persistente sueño profundo. Había ocasiones en las que la gobernanta del colegio, Christina Machintush, tenía que recurrir a la bolsa de hielo sobre la cara de don Felipe”.
Más aplicada parece ser que era de niña la infanta Cristina, que al igual que su hermana mayor, la infanta Elena, estudió en el Colegio de Santa María del Camino. Allí la hermana de Felipe VI, tal vez para compensar que ni era la mayor ni la heredera, “sobresalía mucho más que su hermana. Sacaba buenas notas, destacaba en gimnasia rítmica, era sociable y se le daban bien las manualidades y los idiomas”, escribe la periodista Paloma Barrientos en la biografía La infanta invisible. La infanta Elena, por el contrario, “sacaba los cursos a trancas y barrancas con ayuda extra” de profesores particulares y un psicólogo, contaba una fuente de su entorno al suplemento LOC de El Mundo en 2013.
Parece, en cualquier caso, que la familia real española progresa adecuadamente: si a Juan Carlos I había que amenazarle con castigarle con mandarle el fin de semana con su abuela, Victoria Eugenia de Battenberg, para que no sacara malas notas, tampoco doña Sofía fue una alumna mucho mejor. Tal y como recogen Carmen Enríquez y Emilio Olivia en el libro Doña Sofía: la reina habla de su vida, la emérita, que estudió en el colegio alemán Schloss Salem, no era buena estudiante e incluso era algo respondona y rebelde, desquiciando a su profesor de griego con sus continuas correcciones sobre su forma de pronunciar. Su paso por dicho centro, eso sí, le inculcó la disciplina de la que haría gala como reina. “Todo debía hacérmelo yo, desde la cama hasta limpiarme los zapatos. Y cada semana nos tocaba una tarea colectiva, pelar patatas o servir la mesa”, contó.
Fuente: Leer Artículo Completo