Celos, fugas e infidelidades; la apasionante historia de amor de Julio Iglesias e Isabel Preysler

En cualquier libro sobre Julio Iglesias, junto a todos sus grandes éxitos e hitos profesionales, no puede faltar una detallada crónica de la relación sentimental que mantuvo con Isabel Preysler. En ese aspecto, Julio. La biografía, de Óscar García Blesa, el lanzamiento de la editorial Aguilar que llega hoy a las tiendas, no es una excepción. Primera esposa, madre de sus tres hijos mayores, Chábeli, Enrique y Julio José, y proclamada por el cantante como "mujer de su vida" –un calificativo que según el mánager Alfredo Fraile ha dedicado a demasiadas como para tomarle en serio–, Preysler ocupa un espacio relevante en este nuevo volumen sobre la vida y obra del autor de La vida sigue igual.

En las más de 700 páginas que tiene el libro de García Blesa además de ser una presencia recurrente, testigo del ascenso al estrellato mundial de Iglesias y víctima colateral de la forja de su leyenda de latin lover, incluso sus ausencias sirven para ilustrar lo trascendente que resultó su aparición en la vida del artista. Con un capítulo titulado en su nombre, la segunda de las cuatro partes de las que se compone Julio. La biografía documenta ampliamente la relación entre ambos. Estos son algunos de sus extractos más significativos.

Julio la vio primero

En 1970, Julio Iglesias ya había triunfado en el Festival de Benidorm con La vida sigue igual, tenía una agenda de conciertos intensísima y cobraba a razón de 200.000 pesetas de caché. Conocía el éxito y era una figura reconocible, pero seguía manteniendo su grupo de amigos y se movía despreocupado por Madrid sin sufrir los estragos de la fama. En una fiesta en casa de Juan Olmedilla, que se celebraba como homenaje a la bailaora Manuela Vargas, Julio se fijó en una jovencita de rasgos orientales.

"Julio se acercó hasta Juan Olmedilla y le preguntó por aquella chica. ‘Es Isabel Preysler y es filipina, está estudiando en Madrid’, contestó su amigo. ‘Oye, Juanito, me encanta, ¿por qué no me la presentas?’. A pesar de su interés, el encuentro no sucedió, al menos aquella primera vez".

Sucedió en una fiesta VIP

Dos semanas después de aquel fallido intento por conocerla, Julio estaba en Londres y declinó una nueva invitación de Olmedilla a una celebración. Otro amigo, Julio Ayesa, le hizo cambiar de idea. "Creo que debes dejar lo de Londres este sábado, ¿sabes quien va a la fiesta?". Se refería a Isabel, que había confirmado su asistencia a este evento organizado en la Casa de Campo por el empresario del brandy Tomás Terry.

"A la fiesta se asomaron las caras más conocidas del momento. Entre otros muchos, por allí desfiló la esposa de Raphael, Natalia Figueroa, Lola Flores, el cantante Bambino, el matador de toros Curro Romero, Paco de Lucía y Camarón de la Isla, Lucía Bosé y su hijo Miguel, Isabel Preysler, quien había ido acompañado por Carmen Martínez-Bordiú, Marta Oswald y Chata López-Sáez y, por supuesto, también asistió Julio Iglesias".

Aquella noche, con una copa de Jerez en la mano, Julio finalmente se acercó a hablar con ella. También trató de impresionarla y cantó para los asistentes su éxito más reciente, Gwendolyne, que después la mismísima Lola Flores versionó llevándolo a su terreno.

Isabel se hizo de rogar

Cuando la fiesta acabó Julio se ofreció para llevar a Isabel y sus amigas a casa. La idea del cantante era dejarla a ella para el final, pero Preysler se adelantó a sus planes y se bajó la primera. "Antes de despedir a Isabel, Julio le pidió su teléfono. ‘Ya te lo daré, pero hoy no –respondió Isabel–, aunque no te va a servir de nada, porque yo me marcho a Filipinas inmediatamente. En el otoño regresaré y entonces hablaremos". Julio, que consiguió su número a través de terceros, la llamó y cerró su primera cita, que tuvo lugar en el verano. Juntos fueron a un concierto de Juan Pardo en la sala de fiestas Lord Windsor. Celoso del ex de Los Brincos, el cantante sentó a la joven de espaldas al escenario para que sólo tuviera ojos para él.

"Para Julio fue un flechazo, pero Isabel fue difícil de conquistar […] ‘Yo no le hacía mucho caso al principio, pero era tan mono… Pendiente de mí, me adoraba‘, diría muchos años después Isabel. La fascinación de Isabel Preysler por el cantante era algo menor. Le pareció un chico simpático y educado, alguien de aspecto agradable, pero Isabelita estaba lejos del asombro. Julio no era aún el famoso cantante en el que se convertiría, algo que, por otra parte, tampoco impresionaba demasiado a Isabel. Pero lo cierto es que sólo tres días después de conocerse, Julio se declaró e Isabel dejó de lado sus estudios de Secretariado Internacional".

Padre ausente desde el principio

Para no dar pie a conjeturas sobre si se habían casado estando Isabel, profundamente católica, ya embarazada de su primera hija, ella prefirió abandonar España y dar a luz en Portugal, lejos de la prensa del corazón. Ni siquiera la madre de Julio sabía que su hijo y suegra se casaron de penalty, aunque tenía sus sospechas. "En cierta medida, Isabel tuvo que huir. […] El 3 de septiembre de 1971, Isabel Preysler, casi a escondidas en el Hospital Nuestra Señora de Cascais, trajo al mundo a María Isabel Iglesias Preysler, más conocida por todos con el sobrenombre de Chábeli. El día del nacimiento, Julio no estaba allí".

"Julio Iglesias se encontraba de gira actuando en Albacete. ‘Cuando nació Chábeli, tardé un día entero en encontrar a Julio para darle la noticia’. recordaría años después Isabel". Cuando llegó en coche dos días más tarde del parto, el cantante no estuvo más de una hora en el hospital y se marchó para seguir con su agenda de conciertos.

Un seductor muy celoso y posesivo

Durante los primeros años de su matrimonio, que coincidieron con el nacimiento de sus tres hijos y una etapa profesional de gran intensidad para Julio, Isabel pasó mucho tiempo con sus hijos en casa. "Julio era un hombre muy celoso y posesivo. Ella se había acostumbrado a no utilizar vestidos que pudieran llamar la atención de otros hombres. Isabel, sin apenas familia en España, se encontraba cada vez más sola y poco a poco iba aceptando el deterioro de un matrimonio que sobrevivía a duras penas gracias al teléfono".

"En ese periodo de soledad fue Carmen Martínez-Bordiú quien introdujo a Isabel en las clases sociales acomodadadas de una España que empezaba a modernizarse. Poco a poco, Isabel se fue transformando en ‘la Preysler’, dejando de lado la niña que hasta ese momento todo el mundo conocía".

Un hecho sucedido en marzo de 1972 ilustra también los celos que Julio Iglesias sentía de su esposa. Durante la boda de la amiga de Isabel, Carmen Martínez-Bordiú, con Alfonso de Borbón, un fotógrafo de la edición francesa de Vogue quiso retratar en solitario a Isabel, ante lo que el cantante reaccionó de forma negativa. "No, lo siento mucho’, les dijo, ‘el artista de la familia soy yo’. Después de la respuesta de su marido, Isabel siguió a lo suyo sin darle demasiada importancia, pero de alguna manera vislumbró algunas pistas sobre ciertos rasgos de Julio, un chico de derechas, conservador, celoso y posesivo".

La infidelidad, un motivo genético

Isabel Preysler siempre ha manifestado que no tenía dudas sobre el amor que Julio Iglesias sentía por ella. Igual de segura estaba de que era absolutamente incapaz de serle fiel. Él, que trataba de ocultar sus aventuras con otras mujeres con muy poco éxito, achacaba esa debilidad a "un motivo genético heredado de su padre", el doctor Iglesias Puga, ligón incansable hasta sus últimos días. Ese fue el factor desencadenante de su ruptura, que cristalizó tras una serie de rumores sobre el affair del cantante con la argentina Graciela Alfonso.

"Isabel fue a buscar a Julio al aeropuerto de Madrid-Barajas. La sola presencia de su mujer en la zona de recogida de equipajes ya era algo extraño. Casi nunca lo hacía y Julio de alguna forma sospechó que algo estaba pasando. Con una nerviosa sonrisa de oreja a oreja, se acercó hasta su mujer y con premeditada naturalidad le dijo:–¡Isabelita!
Frente a frente, sin levantar la voz, Isabel habló despacio a su pareja:
–Julio, tú tuviste que pedirme muchas veces que nos casáramos, pero yo te voy a decir una sola vez que nos separamos".

Como relata Julio. La biografía, Iglesias se puso de rodillas y le pidió perdón, pero ya era demasiado tarde. Después de aquel día Julio e Isabel transitaron sus caminos por separado.

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