El regalo de bodas que la reina de Inglaterra le hizo al príncipe Guillermo y a Kate Middleton fue nada más y nada menos que una preciosa casa de campo, o mejor dicho mansión, situada en el condado de Norfolk, en Reino Unido. Su nombre es Anmer Hall, es de estilo georgiano y ha sufrido varias reformas a lo largo de su existencia. La propiedad data del SXVIII y está situada a tan solo un par de kilómetros de Sandringham, la casa de vacaciones de Isabel II.
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Cada cierto tiempo, los duques de Cambridge aprovechan para desplazarse con sus hijos hasta Anmer Hall, su casa de campo; ya que su residencia oficial es el palacio de Kensington. Ahora, en el descanso que hacen los colegios de Reino Unido para celebrar Halloween, varios habitantes del pueblo han visto a Kate haciendo compras para la ocasión. Pero, ¿por qué le gusta tanto a la familia descansar en la propiedad?
Anmer Hall es un lugar perfecto para relajarse y alejarse de los flashes de las cámaras que tanto persiguen a los royals. La casita de campo comprende un gran terreno, a su vez protegido por una valla que lo rodea por completo, arbustos que permiten una considerada privacidad y numerosos árboles. Por si fuera poco, la zona está protegida contra posibles objetos voladores, tales como helicópteros o drones que puedan amenazar la privacidad de la familia.
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Tras el enlace, la edificación fue reformada para hacerla más cómoda para la futura familia que venía; aunque por aquel entonces solo había nacido el príncipe Jorge, los duques sabían que querían ampliar la familia. Las reformas, además de renovar el interior, también incluyeron mejoras de la ya existente pista de tenis y reubicaron la piscina para esquivar a los paparazzi. Uno de los mayores atractivos es un jardín de invierno, en el que la familia puede disfrutar de la naturaleza sin pasar frío. Toda la remodelación fue encargada al arquitecto Charles Morris.
En una propiedad así de extensa, no es de extrañar que haya hueco para los animales. En el pasado Kate contó que tenían gallinas en la agradable mansión. También tenían un perrito llamado Lupo, de raza Cocker Spaniel y los pequeños Jorge y Charlotte compartían un hámster llamado Marvin. También se remodeló el tejado, con una teja más rojiza; y la fachada principal, recubriéndola de un nuevo ladrillo.
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El exterior de la casa es envidiable para muchos, pero el interior tampoco deja nada que desear. El total de habitaciones de la casa es de 10 y entre ellas hay una especial para el matrimonio, más grande y con mejores comodidades como un gran baño privado. Para la reforma, confiaron en el diseñador de interiores Ben Pentreath, con quien ya habían trabajado para remodelar el palacio de Kensington. El estilo del salón y de la habitación de Jorge es bastante más clásico que el del resto de la casa. La contemporánea cocina ocupa un lugar principal en el interior de la casa, junto al comedor y es algo que se rumorea que a la reina Isabel II no le entusiasmó.
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Kate Middleton, en su día, estuvo implicada en todo el proceso de decoración y los habitantes se acostumbraron a verla junto a la diseñadora Anne Allen, con la que también colaboró para adquirir varias piezas de decoración, por las tiendas de muebles de la zona.
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